jueves, 25 de junio de 2009

Antes yo jugaba de nueve. Paradito ahí arriba sin que nadie me moleste. Ocasionalmente corría un poco para ayudar en defensa, pero no era lo común. Simplemente esperaba, sin generar juego. Las oportunidades de gol eran pocas, y por lo general no perdonaba al definir. Hoy en cambio, mas "maduro" me acostumbré a tirarme unos metros atrás. Tomo mas contacto con la pelota, tiro lujos y asistencias para mis compañeros. No me cuesta marcar, digamos que hasta podría jugar de cinco si la situación lo amerita. Ojo, no se equivoquen. No soy aquel delantero eficaz con la capacidad de generarme mi propio juego. Ahora tengo miedo a la hora de definir. Desconozco la razón, pero después de elabora una gran jugada no puedo convertir, no me animo a patear al arco. Que paradoja, ¿no? Después de conseguir lo que siempre quise, ser figura y depender de mí mismo, debo conformarme con servirle el gol a los demás, salvo que este córner decidas patearlo vos...

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