domingo, 25 de enero de 2009

Quemado (Los Piojos)


Quién es el que gana,
quién es el que pierde,
¿en qué lugar estoy yo,
si ganar no me convence?
En qué se puede creer,
si no es una mariposa,
si no es un clavo en la sien,
o tu belleza tramposa.
Yo quiero escuchar la espuma
y el áspero ¡jó!
de la caña
hundiéndose en la arena.
Que no haya angustia en la muerte
que haya pensamiento en vida
si no existe la memoria
todo lo nuestro es suicida.
Playas infinitas me esperan
llevaré algo de tanza,
llevaré unos anzuelos,
un abrigo y una caña.
Veo náufragos en alcohol y
mujeres inalcanzables,
a quién castigarán hoy
en lugar de los culpables.
Cuando el último anzuelo se pierda
y de comer no haya nada
me cubriré con mi abrigo
y seré yo la carnada
y los peces que necesite
vendrán a mí,
antes de que despierte
sé que vendrán a mí.
Sólo un cuarto en la ciudad
y la caña hundiéndose al andar.
Sólo un cuarto en la ciudad
y la caña hundiéndose al andar, nomás.
Mi abrigo llora en harapos,
nena, voy a echarlo al mar.
Mi caña se hizo pedazos,
y ya extraño su cantar.
Mi cuerpo no da más pasos
lo dejaré descansar.
Los peces que me necesiten
vendrán subidos al mar,
y saltarán sobre mí
sin culpa y sin enojo
sólo con algo de temor
brillándoles en los ojos,
de que otra vez
despierte
otra vez despierte
otra vez despierte
otra vez despierte.
Sólo un cuarto en la ciudad
y la caña hundiéndose al andar.
Sólo un cuarto en la ciudad
y la caña hundiéndose al andar.
Sólo un cuarto en la ciudad
y la caña hundiéndose al andar.
Sólo un cuarto en la ciudad...

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