miércoles, 10 de noviembre de 2010

Lineas que algún día se que voy a escribir...

El viento sopla fuerte y el mar se hace añicos contra la embarcación. El viaje no fue tan largo, pero siento la necesitad de pisar tierra y sacarme de la espalda el cansancio que acumulé desde mucho antes de zarpar. El aroma del puerto penetra por cada uno de mis poros y me hace sonreír. Comienzo a descender y veo pasar ante mí, no toda mi vida, sino las de millones y millones de hermanos. De repente, mis pies descalzos entran en contacto con el frío del suelo y me estremezco. No es la temperatura lo que eriza mi piel, sino la libertad. Siento por fin paz en mis pensamientos, siento la energía de la victoria corriendo por mis venas. Como un loco empiezo a saltar y gritar de la alegría. De una vez por todas se ha reivindicado mi pueblo y ha recuperado lo que le corresponde. No hubo opulencia que logre apagar ese fuego que nos arde en el pecho, no hubo argumento (calumnia) que termine por soportar las embestidas de la verdadera justicia. Hoy piso Malvinas como algo nuevo, mágico, pero sigo pisando la misma Argentina que pise toda mi vida, esa que tanto me dio y a la que nunca dejaré de agradecer.

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