martes, 13 de diciembre de 2011

Manteniendo el problema, vetando la solución...

Una vergüenza lo de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a punto de vetar una ley que sería el instrumento ideal para resolver un problema de hace unos cuantos años, sin perjudicar a nadie: la que reglamentaría la actividad de los cuidacoches.
Dijo Rodríguez Larreta: "Nosotros quisimos que se prohíba la actividad de los trapitos, pero no tenemos mayoría en la Legislatura, entonces vamos a anular la ley porque nos parece que no corresponde legalizar una actividad así". Además el Jefe de Gabinete agregó que "con esta normativa se está permitiendo cobrar estacionamiento en lugares que son gratis y no fija una tarifa, en consecuencia, te pueden cobrar cualquier cosa".
Mi primera pregunta para el Ejecutivo de la "city" es que van a hacer con los trapitos, realidad innegable. ¿Acaso prohibíendolos solucionan el problema? Al ser la actividad una contravención, como siempre se escudan ellos, queda claro que no está permitida, por lo cual sería una redundancia. Por cierto, ya lo dijo Weber, la norma genera obediencia siempre y cuando el interés por obedecerla sea mayor que el interés por desobedecerla. ¿Puede acaso la prohibición de la actividad provocar su efectiva desaparición? Si en verdad pretendieran extinguir la actividad, deberían buscar cuál es la cuestión que subyace al fondo del problema, y atacarlo desde su raíz.
Además de lo expuesto anteriormente, queda una pregunta más por hacer: ¿Que va a hacer la gente que vive de esta actividad en caso de no poder continuar realizándola? ¿Acaso el Jefe de Gobierno está dispuesto a contratarlos en alguna empresa de su propiedad? Yo creo que no, y prohibirlos sería empujarlos al hambre o a cualquier tipo de actividad, de changa, lícita o ilícita, que les permita llevar el pan a sus hogares.
Ahora bien, ¿es realmente necesario buscar la extinción de los trapitos? Esta ley demuestra claramente que no es así. En el texto de la misma queda claro que el acceso al servicio por parte del conductor es voluntario, al igual que la retribución al cuidacoches; claramente no se está "cobrando por un espacio gratuito" como dice Rodríguez Larreta, sino que se le da la posibilidad al conductor de contribuir (si quiere, sólo si quiere Larreta) con un trabajador.
La ley además contempla la creación del "Registro de Cuidadores de Vehículos", en el cual tendrán prioridad aquellas personas que se encuentren en situaciones de vulnerabilidad social. Por último enuncia que aquellos que ejerzan la actividad sin estar registrados serán sancionados.
Queda claro que esta ley hace converger posiciones, entre aquellos que les molesta pagarle al trapito, ya sea porque considera que son oportunistas (pasar frío en la calle para cuidar autos es un muy buen trabajo que cualquiera amaría realizar) o porque considera que algunos "grupos" abusan con lo que cobran utilizando la violencia como método de coerción; y aquellos que simplemente encontraron una forma, ni fantástica, ni bien paga, ni bien considerada por el resto de la sociedad, para ganarse la vida sin salir a ponerle un arma en la cabeza a nadie.

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